Los efectos de esta obra podían percibirse, literalmente, en todo el mundo. El Bay Runway, la pista de despegue y aterrizaje más importante del John F. Kennedy International Airport (JFK) de Nueva York, necesitaba un saneamiento. Los responsables buscaban el método óptimo para la mejora o incluso restauración de la pista. Los retrasos en los vuelos a causa de un cierre completo del Bay Runway tendrían un efecto potencial en los planes de vuelo de todo el mundo, puesto que el movimiento anual del JFK es de 48 millones de pasajeros y de 440.000 vuelos, y a lo largo de la próxima década estos números aumentarán un 20 por ciento. Aproximadamente un tercio del tráfico aéreo anual, entre ellos más de la mitad de todos los despegues, se desarrolla en el Bay Runway. Con la reparación de la pista de despegue y aterrizaje se reducirán los retrasos un total de 10.500 horas estimadas.
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